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julio 28, 2023

XLIX REYES Y REINAS

Sobre Mateo 2, 1-12.



No soy teólogo ni historiador, así que no puedo asegurar o negar nada respecto a si realmente los Reyes Magos han existido o no. Buena parte de lo que he podido leer sobre ello apunta a que no son personajes históricos, sino actores de una elaborada tradición religiosa que simboliza la manifestación de Jesucristo al mundo. Lo hace ante tres personas que bien pudieran representar a toda la humanidad, en especial a los no creyentes, al mundo pagano de entonces y también de ahora.

La alegoría de los Reyes Magos es muy bella. Y su significado puede ser perfectamente actualizado trayéndolo al presente. La tradición católica dice que tres personas venidas de diferentes lugares, atraídas por un suceso cósmico, conocedoras de las Escrituras y sus profecías, llegaron hasta el sitio donde había nacido el Mesías para adorarle y reconocerle como Hijo de Dios. En las diversas manifestaciones artísticas de la adoración, incluso en los belenes navideños, las figuras de los Reyes se personifican de diferentes formas. Solo coincide en todos ellos que uno es negro, Baltasar. Los otros pueden ser uno rubio, el otro castaño, con tez clara o morena, incluso en algunos casos uno de los Reyes es oriental. En definitiva, lo que se expresa es cómo toda la humanidad, sin excepción, reconoce a Jesús y en Él al Mesías.


Hace años tuve que hacer una reflexión sobre la Epifanía. En ella dije que no era cierto que la revolución de Jesucristo comenzara con su vida pública, aproximadamente a los treinta años. Jesús ya provocó un cambio radical en la percepción de Dios cuando tenía pocos días de vida, haciendo posible que personas diferentes, con distintas culturas, distintas razas, distintas sensibilidades, distintas creencias, distintas realidades... personas diversas en cualquier caso, se unieran a los pies del recién nacido, entraran juntos en el Templo del pesebre, y le reconocieran como Hijo de Dios.

Evidentemente en los pastores -el pueblo más cercano- pero sobre todo en los tres Reyes Magos -toda la humanidad expresada en su diversidad- estamos representadas las personas LGBTIQ+.

Esta meditación de unos años atrás produjo alguna crítica por escandalosa. Pero hoy, orando el texto de Mateo sobre la Epifanía, me surge el mismo pensamiento asegurando aquella atrevida reflexión.


En unos tiempos donde se propone coartar a la persona LGBTIQ+ el desarrollo de su vocación sacerdotal o religiosa, o en los que se pone en duda que pueda poner sus talentos al servicio de la Comunidad eclesial en misiones de responsabilidad, con las mismas oportunidades que una persona heterosexual, en estos tiempos, pues, probablemente resulte escandaloso manifestar que en la Epifanía estamos presentes los hombres y las mujeres LGBTIQ+, en las figuras de los Reyes Magos.

Negro o blanco, de oriente o de occidente, judío o pagano, libre o esclavo, hombre o mujer, heterosexual o no, en ellos tres está representada nuestra existencia, nuestra participación en el preciso instante en el que Dios hace pública su humanidad.



Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo". Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel"".

Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: "Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo". Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

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