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febrero 18, 2024

CXIX TENTACIÓN


Sobre 
Marcos 1, 12-15



No hace mucho, un amigo no creyente me admitía la forma en que la Iglesia manifiesta que las personas LGBTIQ+ debemos ser acogidas y no discriminadas; incluso ーrecordabaー abre la puerta a la bendición de parejas del mismo sexo, reconociendo tácitamente al colectivo LGBTIQ+, visibilizándolo por primera vez, situándonos dentro de la Iglesia en la que antes no existíamos. Pero al mismo tiempo ーafeaba mi amigo la Iglesia nos dice que nuestra conducta es desordenada y no puede recibir aprobación en ningún caso (sic). 

A colación de esto, últimamente se publican numerosas reflexiones y análisis poniendo el foco en el debate de una Iglesia que abre los brazos frente a otra que se aferra a la doctrina y la tradición, poniendo de manifiesto que ciertamente debemos ser bien tratados. Incluso que está bien visto acercarse a las personas LGBTIQ+, acogerlos y tal. Pero cuidado con lo que hacemos, lo que pensamos, lo que vivimos, y alerta con eso de la ideología de género, que es como si Belcebú se quisiera instalar a sus anchas en nuestra adorable sociedad. Hace décadas el sida fue el mal que Dios envió al mundo de manos de los homosexuales. Hoy es el "trans-power" lo que destruirá la Tierra.

Este caminar en equilibrio es lo que las personas creyentes LGBTIQ+ hacemos desde hace mucho tiempo, tolerando los pares y nones, transigiendo condescendencias y soportando esperanzas vanas que se esconden en señas llamativas pero insuficientes. Todo esto nos agita demasiado el ánimo (que viene de alma), y provoca la tentación. Una tentación que se nutre del hastío, del cansancio ante tanta espera colmada de gestos complacientes y vanas esperanzas. 

Relata el evangelio que el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Allí fue tentado por el diablo, vivió entre alimañas y los ángeles cuidaban de él.

El status quo actual del colectivo LGBTIQ+ cristiano en la Iglesia me desconcierta, me perturba. Me transporta al desierto dónde está el diablo esperando y dispuesto. Aún no llevo cuarenta días, solo tres orando el texto de Marcos. Pero ya me ha preguntado Satán varias veces qué hago yo metido en estas cosas, en un lugar donde me ponen condiciones para vivir como soy, y donde están continuamente presentando ante el juez cada uno de mis actos, a ver cómo pueden acusarme y de qué. Las alimañas, por su lado, también corretean junto a mí, disfrutando de la situación y diciéndome eso de “¿ves? ya te decía yo que no valía la pena. La Iglesia es una maquinaria parsimoniosa y desengrasada, lenta para adecuarse a los signos de los tiempos y nunca dará un paso firme desoyendo a la tradición”.

Podría llenar muchos folios tan solo nombrando las tentaciones a las que me enfrento cada día, algunas de ellas compañeras de mi historia desde hace muchos años. Tentaciones de todo tipo, que abarcan uno por uno todos los aspectos de mi vida. Todas y todos tenemos tentaciones. Hasta donde me alcanza la memoria, van de mi mano, hasta hoy. Y ーes inútil negarloー muchas veces he caído en ellas, más o menos conscientemente. 
Las considero atracciones que seducen hasta burlar la razón. Hasta perderla, a veces literalmente.

Tentaciones pequeñas fáciles de salvar, tentaciones grandes que requieren mesura... Quizá la tentación que más me hostiga y aguijonea, que más me importuna e insiste, es la de abandonar y tirar la toalla. Es la única tentación que me ocupa y preocupa. La que me obliga a un constante discernimiento que impone una oración profunda, un diálogo con Dios desde el desierto de la incertidumbre, de la debilidad, del agotamiento, y también de la arrogancia, del desafío, de la soberbia...

Sé que Dios no abandona, sino que da sentido a todo. Igual que le sucedió a Jesús, para mí, para nosotros el desierto y sus tentaciones sirven para tomar impulso. Soy un firme convencido de que como cristiano LGBTIQ+ estoy llamado a vivir comprometido con mi fe, a vivir en el riesgo del Evangelio y no en la comodidad descomprometida, a soportar los agravios y a responder con la corrección fraterna, a orar para actuar desde Dios por las hermanas y hermanos LGBTIQ+ que aún viven perdidos y desesperanzados. La tentación de abandonar me acompaña con la misma insistencia que le pido a Dios que me dé fuerzas para vencerla y seguir, como sea, de su mano, confiando, descansando en Él mi ánimo y fiándome de sus planes. Porque estoy convencido de que se cumple el plazo y el Reino de Dios está cerca. La Iglesia de Jesús es posible.


Inmediatamente el Espíritu lo llevó al desierto, donde pasó cuarenta días sometido a pruebas por Satanás. Vivía con las fieras y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios. Decía: —Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios. Arrepentíos y creed en la Buena Noticia.

2 comentarios:

  1. También mi mayor tentación es abandonar. Aquí resistiendo en el desierto. Unid@s en Oración.🌈

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    1. Es la eterna tentación Fran. No te sientas solo. Compartir desierto no lo hace menos árido, pero suscita mayores oportunidades para salir de él. Así que aprovéchate de las sinergias.
      Y no abandones. Lo subversivo es seguir adelante.
      Nos rezamos.

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