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febrero 22, 2025

CLXII. AMAD A VUESTROS ENEMIGOS


Sobre
Lucas 6, 27-38


Nadie dice que seguir a Jesús sea fácil ni descansado, por mucho que el seguimiento del Evangelio provoque la alegría del espíritu. Ir contracorriente supone colocarse en situación de desventaja frente a la arrolladora mayoría que va en la dirección más natural: el curso del torrente, las olas hacia la costa, el viento que sopla fuerte en una dirección... 
Jesús nos pide elegir entre la dialéctica humana y la lógica de su Palabra. Paradójicamente, para muchas personas el mensaje de Jesús, lejos de ser racional y prudente, es un absurdo. San Pablo avisó a los corintios que Cristo crucificado es un escándalo para los judíos, y una necedad para los gentiles. 

Lo que Jesús nos dice hoy es radical. Por supuesto, parece básico cumplir todo esto que expone. Pero una cosa es predicarlo y, otra muy distinta, hacerlo vida.

En estos imperativos de Jesús hay dos grupos de personas contrapuestas y bastante bien definidas. De una parte, las víctimas, los odiados, los malditos, los injuriados, los violentados, los robados. De otra, todas aquellas que hacen daño a las primeras. 
Habitualmente, hombres y mujeres del colectivo LGBTIQ+ nos situamos entre esas primeras sintiéndonos las últimas. Así me ha pasado toda la vida, prácticamente. Aunque colocarme de víctima suele incomodarme de un tiempo a esta parte (el límite entre ser víctima y hacerse la víctima es muy sutil), bien es verdad que no pasan muchos días sin que alguna noticia me devuelva a la realidad y me haga reconocer como parte de quienes sufren daño. 

Lo cierto es que la mayoría de las mujeres y hombres LGBTIQ+ cuando nos acercamos a este pasaje de Lucas, lo hacemos con el sentimiento de víctimas que hemos adquirido y aceptamos como algo propio de nuestra identidad, porque verdaderamente acarreamos una larga experiencia de afrentas. El dolor que sentimos, el miedo, la soledad, la tristeza, bloquean cualquier sospecha de que también exista la posibilidad de abandonar nuestra posición de desfavorecidos para transformarnos en sujetos activos y proceder así con la misericordia que, quizá, no recibimos de otras personas.


Ahora es a mí a quien se dirije Jesús cuando dice "amad a vuestros enemigos". Llevo mucho tiempo orando esta certeza, hasta el punto de lograr conmoverme y agitar mi corazón, porque de ningún modo las mujeres y hombres LGBTIQ+ somos ajenos a la reacción que suscita cada frase de Jesús.

Más bien lo contrario. Las personas LGBTIQ+ cristianas hemos desarrollado una capacidad enorme para comprender y asumir todo tipo de situaciones adversas. La experiencia de no sentirnos aceptados ha acrecentado nuestra capacidad de esperar hasta que las percepciones del prójimo hacia nosotras y nosotros cambien y su aceptación sea una realidad. Esto es, esperar en la esperanza de que se transformen los corazones, dando tiempo y oportunidad a la misericordia para arraigar en el alma de todas las mujeres y hombres.


Creo que la novedad no está en esperar que esta palabra de Jesús se cumpla en nosotros como sujetos pasivos. Lo subversivo y radical es que las personas LGBTIQ+ comencemos a comportarnos con la misericordia que Jesús nos ruega. Somos nosotras y nosotros quienes debemos amar a nuestros enemigos y hacer el bien a quien nos odia, bendecir a los que nos maldicen y orar por quienes nos calumnian.

Cuando nos hieran la mejilla, ofrecer la otra, y a quien nos quite el manto démosle también la túnica. Demos a quien nos pida y a quien nos quita lo nuestro no se lo reclamemos.


Tratemos a los demás como queremos que nos traten. Seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso. No juzguemos y Dios no nos juzgará. No condenemos y Dios no nos condenará. Demos y Dios nos dará.


Estas actitudes desarman todo argumento donde subyace la exclusión, la marginación y cualquier actitud lgtbi-fóbica. Cuando hemos actuado así, hemos podido desmontar prejuicios y trasladar a un plano anecdótico la tradición y la doctrina que han empobrecido el mensaje autentico del Evangelio durante siglos. Hemos conmovido corazones.

Y en sentido recíproco, percibimos que Dios ya no sólo nos ama inmensamente como personas LGBTIQ+, sino también porque actuamos conforme a su voluntad, dando amor porque de Él recibimos amor.


Personalmente durante demasiado tiempo me he sentido bloqueado para darme, porque el rencor, el resentimiento y la actitud victimista han secuestrado mi capacidad de perdonar. Y sin querer, eso afectaba a mi relación con Dios porque no era fiel a su Palabra. Es muy difícil orar por los que me calumnian, por ejemplo. Como homosexual, lamentablemente estoy expuesto a todos esos riesgos: que me odien, que me excluyan, que me insulten o difamen, que me hieran, que roben mi dignidad, que sean inmisericordes conmigo, o que me condenen o señalen. Todo eso pueden hacerme por ser diferente. Pero si yo no reacciono con amor y comprensión, con misericordia aún sin renunciar a la denuncia profética, entonces seré como ellos. Porque con la medida con que mida, Dios me medirá a mí.



© Antonio Cosías Gila, en https://diossinarmario.blogspot.com



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con vosotros."


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